Un Viaje de ida y vuelta

Curro Molina
Curro Molina
Una Imagen para Un Viaje de ida y vuelta

Antes de empezar un viaje son muchos los preparativos que se necesitan: qué llevar, las maletas, los materiales, organizar el transporte y el alojamiento. Sin embargo, un poco antes de ese momento tan emocionante, hay otro más importante todavía, más básico incluso: es saber a dónde viajar y el motivo que te llevará a conocer ese destino. Es en ese momento donde comienza nuestra historia, una que nos llevó a descubrir un sitio peculiar y de una belleza admirable.

Trabajar con datos cansa, son letras y números, palabras y códigos, acumulados en tablas que se usan luego para sesudas teorías ecológicas. Pero esos mismos datos casi infinitos, bien encaminados, se pueden convertir en otro tipo de información muy valiosa. Los datos nos dibujaron un mapa de la península ibérica donde se representaban muestreos de abejas realizados por distintas personas a lo largo de muchos años y nos llamó la atención una zona al sureste de la Comunidad Foral de Navarra. Era el Parque Natural de las Bardenas Reales, el cual estaba poco o nada muestreado. Fue una auténtica sorpresa, teniendo en cuenta que por norma general las zonas semidesérticas albergan la mayor diversidad de abejas. Aunque siendo España, igual no es tan raro teniendo en cuenta las dificultades que había y sigue habiendo para poder financiar una ciencia tan básica como útil: el conocer la biodiversidad que tenemos en nuestros entornos naturales, de polinizadores y otros grupos de insectos, con los que nos sorprenderíamos seguro descubriendo muchas especies nuevas.

La motivación ya estaba clara, conoceríamos ese paraje y haríamos un primer muestreo para saber cuál era la diversidad de abejas solitarias en la zona. Aún quedaba mucho por decidir y tiempo para poder hacerlo, pero nos empezó a embargar una ilusión casi infantil, una sensación de aventura, como en los relatos de los exploradores descubriendo nuevas tierras. Nos pusimos manos a la obra y buscamos información que nos pudiera ayudar a saber cuál era la mejor época para visitar las Bardenas. Nosotros acostumbrados a las largas primaveras de Doñana y a sus larguísimos veranos, sabíamos que en el norte todo lleva otro ritmo y la floración es más tardía, pero: ¿cuánto más tardía?¿Estaría afectando el cambio climático allí igual que en otras partes del mundo?

Las dudas se empezaron a disipar gracias a Luisja, un amigo navarro, que nos asesoró sobre las plantas del parque y su fenología. Con esto, solo nos quedaba ir comprobando las previsiones de temperaturas y precipitaciones para calcular en qué fechas podría ser el pico de floración del mayor número de especies de plantas atractivas para las abejas y así organizar el viaje.

Tuvimos la suerte de contar desde el principio con el apoyo del Parque Natural de las Bardenas que nos abrió sus puertas y en especial Alejandro Urmeneta, que nos ayudó durante todo el proceso. Las Bardenas Reales es una zona compleja ya que, aparte de estar formada por zonas de campos de cultivo y pastoreo, cuenta con un campo de tiro militar, lo que dificulta ciertos trámites así como el acceso a la zona restringida. No tuvimos la suerte de poder entrar a muestrear en la zona del campo de tiro, pero pudimos recorrer y disfrutar del resto del parque.

Por fin llegó el día, todo listo para partir con la luz del alba y las estrellas aún dibujadas en el cielo, el maletero lleno con todo el material, y nosotros llenos de emoción por el viaje que estaba a punto de comenzar. Nerea, Nacho y Curro emprendimos ruta hacia el norte, 858 kilómetros por recorrer, ocho horas de camino para escuchar música, cantar letras de canciones casi olvidadas y charlar entre nosotros hasta nuestro destino final, las Bardenas Reales donde Ainhoa ya nos estaba esperando. Nos acomodamos y planificamos los próximos tres días de exploración por las Bardenas y sus alrededores, cómo se dividía el parque, y que lugares eran de mayor interés. Desde la zona norte o las Bardenas Blancas, hasta la zona sur llamada las Bardenas Negras, exploramos el parque con la ayuda de Isa, Luisja y Eneko. Parecía que la floración ya se había pasado un poco debido a la falta de lluvias y a las altas temperaturas que habían tenido la semana anterior, pero eso no nos impidió disfrutar de rincones sobrecogedores y encontrar una diversidad de abejas fascinante. Fueron tres días intensos e inolvidables en muchos sentidos que nos permitieron conocer un poco mejor la diversidad de especies de abejas silvestres de aquella zona hasta ese momento inexplorada.

Igual que comenzó este viaje, así lo acabamos, volviendo a casa contentos y cansados, con muchos datos que procesar, letras y números, palabras y códigos esperando a ser acumulados en una tabla, que quizás nos abrirán nuevas preguntas y quién sabe si más destinos que explorar, pero quedando en nuestra memoria una experiencia inolvidable tanto en lo personal como en lo profesional.